A pesar del fortalecimiento de las leyes de protección animal, los envenenamientos masivos de animales continúan al alza en Michoacán, generando alarma entre activistas y organizaciones defensoras de los derechos de los animales.
Carlos Maya, abogado animalista, señala que la crueldad del envenenamiento es prolongada y sumamente dolorosa: “Es una agonía que se va prolongando durante horas. Le genera vómitos, le genera que empiece a sangrar”.
Este método, barato y fácil de aplicar, se ha vuelto común en diversas localidades del estado, según denuncian asociaciones civiles. Esmeralda Cerda Pizano, presidenta de GHAPAD, advirtió sobre los riesgos de estas prácticas: “Si se siguen presentando tantos casos de envenenamiento, dentro de poco va a haber una muerte accidental de un niño, de alguna persona”.
Durante los meses de septiembre, octubre y noviembre se incrementan los casos, siendo municipios como Charo, Tzintzuntzan, Maravatío, Morelia y, especialmente, Paracho, donde recientemente se envenenó incluso a un refugio de animales, los más afectados.
Cerda Pizano denunció un caso reciente de ecocidio en Charo: “Los perros caen muertos, envenenados en las parcelas, bajan los zopilotes y se los comen. Juntamos dos costales de zopilotes muertos”.
Aunque el maltrato animal está penado hasta con seis años de prisión, la impunidad prevalece. «Tenemos más de 400 casos ya documentados. Se han levantado denuncias, yo por lo menos conozco cinco, pero son casos bien difíciles de seguir, porque la persona lo hace en comisión oculta”, afirmó Maya.
Los activistas urgen a los ayuntamientos a implementar reglamentos estrictos en materia de protección animal, desarrollar campañas de esterilización, y regular la venta de sustancias tóxicas como raticidas y venenos, actualmente disponibles en tiendas de conveniencia sin mayores restricciones.
La problemática exige acción inmediata para evitar nuevas tragedias, tanto para los animales como para las personas expuestas al riesgo de intoxicación.